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Nuestro cuerpo envejece y los agentes externos como tabaco, el sedentarismo, la contaminación y, por sobre todo, la mala alimentación, aceleran este proceso. Los encargados de frenar esta tarea son los antioxidantes.
Nuestro cuerpo se oxida.
Sí, y no es por el paso del tiempo. Justo lo contrario, envejecemos porque nos oxidamos.
El cuerpo humano está constituido por moléculas formadas por pares de electrones. Cuando estos se encuentran sin pareja, se les conoce como radicales libres, y recorrerán todo el organismo hasta encontrar su pareja, atacando a otras células. Este daño viene a provocar un desequilibrio en la formación y utilización de las moléculas, dando lugar a su oxidación y causando daño celular.
El envejecimiento, la piel estropeada y ciertas enfermedades son fruto de la oxidación molecular.
Tomando antioxidantes proporcionaremos a nuestro organismo, radicales libres, que serán captados por los radicales libres que ya tendremos en la sangre, y se volverán moléculas estables.
Tomar frutas y verduras ricas en vitaminas ayudaran a nuestro organismo con su poder antioxidante. Encontramos, también, antioxidantes complementarios en forma de vitaminas y complementos, que ayudarán a nuestro organismo en esta lucha.
El cuerpo humano necesita una cantidad concreta de antioxidantes para mantenerse estable. Si su número es inferior al debido, la oxidación se producirá. Y si su cantidad es superior puede haber graves contradicciones.
El equilibrio controlado, ayudará a que nuestro cuerpo este sano y fuerte por más tiempo.
El sobrepeso y la obesidad son problemas de salud crecientes a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 39% de los adultos tienen sobrepeso y el 13% son obesos. Estas condiciones están estrechamente asociadas con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, como enfermedad coronaria, accidente cerebrovascular y hipertensión arterial.
El sueño es un estado de reposo durante el cual el cuerpo y la mente se recuperan y se preparan para el día siguiente. Es esencial para la salud física y mental, ya que permite que el cuerpo repare tejidos, consolide la memoria y regule las funciones corporales.
La prevalencia de los trastornos depresivos se sitúa hasta en un 10% de la población adulta, y alcanza el 15% en personas mayores. La frecuencia en mujeres es el doble que en hombres y aproximadamente el 75% de los pacientes con ingresos bajos no la tratan correctamente.